Los mecanismos psicológicos de defensa

Todos los seres vivientes disponemos de tres formas básicas de afrontar una amenaza o agresión: luchar, huir o quedarnos inmóviles o paralizados.

Según los psicólogos, estas tres formas de reaccionar ante los peligros dan lugar a 3 estilos de afrontamiento: El estilo sobre-compensador que corresponde a la lucha, el estilo evitador que corresponde a la huida y el estilo rendición que corresponde a la paralización.

Estos estilos de afrontamiento son desarrollados en la etapa infantil como mecanismos de protección frente a las amenazas y constituirán uno de los elementos principales en la construcción del carácter del niño. Son mecanismos utilizados de manera inconsciente y estarán presentes en el estilo de personalidad del individuo a lo largo de la vida.

El niño puede utilizar indistintamente cada uno de esos mecanismos para afrontar los peligros a los que se enfrenta y dependiendo de los que le sean más útiles para conseguir adaptarse a las situaciones y evitar el dolor irá seleccionándolos y generando lo que será su estilo de carácter futuro.

Algunos psicólogos consideran que en la infancia estos estilos los podemos considerar adaptativos ya que sirven para proteger la integridad física y psíquica del niño, pero en la medida en que el individuo crece y sigue utilizándolos de manera extemporánea resultan muy disfuncionales y ocasionan gran cantidad de problemas relacionales y emocionales.

Aunque todos podemos utilizar esos tres mecanismos de defensa, solemos tener más propensión a utilizar unos sobre otros. Cuando la intensidad o la frecuencia de su uso es excesiva podemos estar ante problemas patológicos que requieren de tratamiento. Es frecuente encontrar este tipo de mecanismos en los trastornos de personalidad.

Veamos cada uno de los estilos más en detalle.

La rendición

Con este estilo el sujeto se rinde ante la amenaza o la agresión. Supongamos que las agresiones paternas que sufría de pequeño eran frases del tipo «eres malo», «eres vago», «nunca serás capaz de alcanzar nada bueno en tu vida». Pues bien, el sujeto  se rinde a estos esquemas de tal forma que continuamente se dice a sí mismo «soy malo», «soy vago», «para que voy a intentar nada si no soy capaz». Todo esto ocurre de manera inconsciente y el sujeto adopta una postura de rendirse a las agresiones sufridas. Es evidente el peligro que supone para la vida de una persona el adoptar este estilo de afrontamiento disfuncional.

Cuando los mensajes recibidos de pequeño han dañado la autoestima, el individuo se repite mentalmente esos mensajes en todas las situaciones, sobre todo aquellas que suponen un aumento del estrés personal, como son los retos vitales, como el estudio, el trabajo o desarrollar nuevas relaciones.

El mecanismo de defensa que los psicólogos denominan rendición.
El sujeto se rinde al patrón infantil perpetuándolo en el tiempo. Si el patrón es de inseguridad o baja autoestima, proyectará este esquema a las situaciones de su vida adulta. A este mecanismo de defensa los psicólogos le denominan rendición.

La evitación

El individuo que practica este mecanismo de afrontamiento trata de no exponerse a situaciones que le generan malestar emocional. Evita pensar, sentir o exponerse a situaciones que le generan temor o inseguridad. Su mecanismo de defensa consiste en huir, evitar todo aquello que le provoca daño emocional.

El niño que ha desarrollado este mecanismo tuvo que evitar comportamientos o pensamientos que le generaban dolor. Por ejemplo, un niño ha sufrido una agresión en el colegio, cuando sale de clase y sus padres le preguntan cómo le ha ido el día responde que «bien». De esa forma evita volver a revivir imaginariamente la agresión al tenerla que relatar a los padres.

Este mecanismo lleva a los individuos adultos a beber en exceso, consumir drogas, comer en exceso, limpiar obsesivamente o trabajar adictivamente. Si lo temores fundamentales se sitúan en el compromiso sentimental, el individuo hará todo lo posible por evitar situaciones, emociones o comportamientos que le aproximen a una relación comprometida.

El mecanismo de defensa que los psicólogos denominan evitación.
El mecanismo de defensa de la evitación. El sujeto ha aprendido a huir de todas aquellas situaciones que le activan su patrón caracterizado por un fuerte malestar emocional. A este mecanismo de defensa los psicólogos le denominan evitación.

La sobre-compensación

El individuo trata de hacer todo lo contrario a que le ha hecho daño de niño. Si de pequeño fue muy controlado, tratará de no sentirse dependiente de nadie, si fue considerado débil o inseguro, tratará de mostrar fortaleza o seguridad, si fue abusado, tratará de abusar o maltratar a otros, si fue considerado incapaz, tratará de mostrar méritos y logros. El individuo contraataca a lo que fue una agresión real de niño aunque en su vida de adulto ya no tenga sentido.

El individuo puede mostrar aparentemente mucha seguridad en sí mismo, pero en su interior siempre mantiene la presión de la inseguridad de la huye sobre-compensándola.

Este mecanismo puede parecer que supone una alternativa saludable del individuo para superarse, pero al ser excesivo, supone una perpetuación de los temores e inseguridades infantiles.

Hay muchas personas que son consideradas triunfadoras en su vida, como políticos, financieros, estrellas del cine o la televisión, que tienen este mecanismo de afrontamiento.

Cuando este mecanismo es excesivo provoca un efecto opuesto al deseado y en lugar de generar cercanía o admiración es visto por los demás como una persona pedante, vanidosa y egoísta.

El mecanismo de defensa que los psicólogos denominan sobre-compensación.
En el mecanismo de defensa de la sobrecompensación el sujeto muestra actitudes opuestas y exageradas a las que realmente siente y oculta. A este mecanismo de defensa los psicólogos le denominan sobre-compensación.

¿Cuál es la terapia que hacen los psicólogos con los mecanismos de defensa?

El poder determinar cuáles son los mecanismos de defensa utilizados por una persona es fundamental para poder mejorar y equilibrar la personalidad. Identificar estos mecanismos y posteriormente flexibilizarlos en nuestro carácter va a permitir que el nivel de estrés emocional se reduzca, las emociones negativas sean más toleradas y las relaciones sociales sean más fáciles y enriquecedoras.

 

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